Clase de yoga en un barrio marginal en Perú

Escrito por Eva

 
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Existen muchas personas como yo que salen a conocer el mundo con una mochila a la espalda y que se dan con que en otros países hay cosas que, o se organizan de manera distinta, o no existen, o carecen totalmente de organización. A veces estas personas llegan a lugares donde no hay ducha caliente, o dinero o un seguro de salud; sitios donde hay perros abandonados y niños en la calle. Luego de ver estas cosas, regresan sanos y salvos a Holanda.

En Perú visité a dos mujeres: Marjan en Arequipa y Leonie en Lima. Ambas decidieron dejar atrás sus vidas en Holanda y quedarse en Perú para ayudar a la gente. En esta entrada del blog les contaré cómo, qué y por qué lo hicieron. Estas mujeres merecen reconocimiento, que se sepa de ellas y su labor y al menos un sitio en nuestro blog. En esta primera parte conoceremos la historia de Leonie y dentro de muy poco, la historia de Marjan. 

De visita con Leonie, de la fundación Con Pazion

La verdad es que quedé muy impresionada tras pasar un día junto a Leonie, un día que consistió en sesión de yoga, visitas a domicilio, y corretear con doce niños. Estos niños no son simples niños, sino doce fantásticas, divertidas y cariñosas criaturas. La mayoría de ellos viven en casillas de madera, no asisten al colegio y hasta en algunos casos, no tienen padres. Estos niños viven en Manchay, una de las zonas más pobres de Lima. En este lugar la educación no es tomada muy en serio ya que la gente parece estar demasiado ocupada tratando de sobrevivir como para pensar en el futuro de los niños. Justamente esta tarea es la que Leonie se ha echado a las espaldas a través de su fundación Con Pazion.

 

 
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El comienzo de Con Pazion

Hace algo más de un año Leonie dejó Holanda y se mudó a Lima, Perú. En su país Leonie tenía una vida hecha que incluía casa propia, un buen trabajo en el área de la educación y amigos. A pesar de tener todo esto, sentía que le faltaba algo. Tras pasar un mes en Nicaragua sobre su tabla de surf y su manta de yoga, descubrió qué era lo que quería hacer: ayudar a los niños desfavorecidos en países subdesarrollados. Comenzó a trabajar en la escuela holandesa de Lima; pero Leonie no solamente daba clases en la escuela holandesa sino que también ayudaba a los niños de uno de los barrios más pobres de la ciudad: Manchay.  Su objetivo pasó a ser el logro de un cambio significativo en la vida de los niños de este lugar. Según Leonie este cambio significativo empieza con la educación y el yoga juega también un rol importante. Por ello, en diciembre de 2017 creó la fundación Con Pazion. Esta fundación ha crecido de tal manera, que en la actualidad Leonie se dedica exclusivamente a ella. Algunas estrellas de YouTube, Adidas y dentro de poco también algunas multinacionales peruanas creen en su proyecto y lo apoyan financieramente y han hecho que Leonie se convierta casi en una celebridad.

Los proyectos de Con Pazion

Con Pazion ha puesto en funcionamiento varios proyectos en Manchay. Uno de ellos es la construcción de una escuela, algo que es sumamente necesario ya que es imperante mejorar no solamente los edificios sino también la calidad de las escuelas de la zona. La escuela de Con Pazion no solamente será una escuela para enseñar a los niños a leer y escribir sino que también les enseñará valores y normas, a cuidarse unos a otros y a cuidar del planeta. Con la inclusión de clases de yoga, lecciones sobre el medioambiente y la alimentación sana (también para los padres) se logrará alcanzar ese cambio significativo en la vida de los niños. También se ha iniciado un proyecto de intercambio con una de las escuelas de niños pudientes de Lima, creando de esta manera puentes y contactos no solo entre Europa y Perú, sino también entre ricos y pobres dentro de la misma ciudad.

Leonie piensa que el yoga conduce a la creación de una conexión y les permite a los niños la oportunidad de trabajar y al mismo tiempo disfrutar juntos. Cada domingo, Leonie y un voluntario o voluntaria van hasta Manchay para darles una clase de yoga y también cariño. Yo pude participar en esta actividad y fue una experiencia estupenda.

Ese domingo vi a los niños correr hacia Leonie al verla llegar. Se notaba que estaban contentos de verla y ella de ver a los niños también. Luego, pasamos a recoger a otros niños por sus casas. Esta parte del día me dejó muy impresionada: esas casas apenas merecen el nombre, ya que son casillas fabricadas por la misma gente y son muy pequeñas, sucias y húmedas. En una de ellas, estuvimos con la abuela de uno de los niños, quien apenas puede caminar ya que su espalda está afectada por las condiciones en las que vive; a pesar de ello, la abuela había hecho una canasta de golosinas que salía a vender arriba en la montaña. Me quedé preguntándome cómo lo iba a poder conseguir en esas condiciones.

 
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Los niños de Manchay

 

Junto a un grupo de unos doce niños con sus mantas de yoga, caminamos ese día atravesando el campo de fútbol, entre las pandillas y la basura en la calle hasta llegar a la placita de juegos. Aquí hicimos el árbol, saludamos al sol, hicimos la postura del perro boca abajo y otros ejercicios de yoga. Los niños parecían disfrutar sobre todo del acroyoga, cuando podían volar apoyados sobre los pies de su profesora o practicar entre ellos. El periodo de concentración de los niños parecía ser corto y luego de veinte minutos, llegaba el momento de corretear, charlar y jugar a la pelota. Yo disfruté enormemente de este momento: jugué al fútbol con los varones y las nenas me hicieron escuchar sus temas de Reggaeton favoritos. Cantamos, nos reímos, bebimos Inca Kola y por un momento hasta me olvidé de la situación en la que viven estos pequeños. Lo mejor de todo fue que me pareció que ellos disfrutaban también, pero esa sensación iba a desaparecer más tarde al emprender el regreso mientras iba escuchando detalles de sus vidas y de sus problemas. Estos niños tienen entre ocho y quince años. Uno de ellos se hace cortes en su cuerpo, otro acaba de perder a su hermana, y hay una de las niñas cuya mamá se ha “olvidado” de enviarla a la escuela este año. Además también hay otras situaciones que no me llegaron a contar y que hasta creo que me alegro de que no lo hicieran … me parece todo muy injusto. Son niños lindos, cariñosos, y que quieren llevar una vida normal. El contraste entre estos niños lindos y el entorno es enorme. Por qué deben vivir en estas condiciones?

 

 
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Gatos vagabundos

 

Esa misma noche no pude creerlo cuando descubrí que en un parque de Lima se ocupaban de cuidar gatos vagabundos, mientras que Manchay, un barrio lleno de gente, era simplemente ignorado. A los gatos se los mima, acaricia y alimenta a través de una organización especial, mientras que en Manchay no hay policía ni una escuela normal, La vida aquí es injusta. Leonie me inspira mucho respeto por ser una persona que escucha a su corazón sin miedo y trabaja muy duro para que la vida de estos niños sea un poco más justa.

 

Ayuda

 

Desde los comienzos, Leonie sostiene que no hace todo esto sola, sino que le llega ayuda de varias partes, a veces de manera inesperada. Afortunadamente existen personas que creen en este proyecto y quieren ayudar. Leonie ha encontrado el objetivo de su vida y si bien ha tenido que sacrificarse mucho, parece hacerlo contenta. Creo que no espera de esto ni fama, ni premios ni un club de fans. Simplemente hace lo que debe hacer y todo lo que hace es por y para los niños. Leonie es una grande, no es la Madre Teresa.

 

Te gustaría ayudar a Leonie y a estos niños? Sigue a Con Pazion en Facebook o Instagram, ingresa a su página web y contribuye con lo que puedas. Si viajas a Perú o si decides permanecer en Lima un tiempo, tal vez puedas acercarte y darle una mano a Leonie con su trabajo. También desde Holanda es bienvenida la ayuda, sea a través de la página web, juntado fondos o colaborando con el marketing.